-Graciela Lecube Chavez-
-- ¿Por qué lloras, Caprichito? -- preguntó
una vecina a la mimada de la cuadra
al verla sentada en el umbral de su casa.
Con un puchero más lindo que su carita,
le contó con entrecortadas palabritas:
-- Mamita... tiró ... mis zapatitos viejos.
-- Pero veo que descalza no estás.
-- En casa tengo zapatitos blancos nuevos.
-- Ya me parecía. Tus papitos te quieren
mucho para dejarte sin nada mejor. Pero,
me pregunto yo, ¿por qué lloras si en casa
tienes zapatitos blancos que son nuevos?
-- Porque duelen mucho y no los puedo usar.
-- Los zapatos no duelen. Son los pies.
-- Entonces... Voy a pedir que me compren
otro par de pies, con menos deditos.
*****
-- ¡Ay, Caprichito, ¿llorando estás otra vez?
-- Yo lloro porque lloro, por eso es que lloro.
-- Para llorar hay que tener una razón. Dime
lo que te pasa para encontrar una solución.
-- Gracias tía. Entonces, saca esa mosquita
que se está tomando la lechita de mi tazón.
*****
-- Caprichito, hoy has llorado todo el día,
y si vas a hacerlo también a la hora del baño
al 911 llamaré a ver qué pueden ellos hacer.
-- Seguro ellos traerán lo que se te olvidó
usar: ¡el champú para niños, como debe ser!
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Comentarios
lloroncita me hicieron reir. Es algo
diferente. Lo disfrute bastante.
Analuisa