Graciela Lecube Chavez
© 2018
El dúo de las herrmanitas Tejada Aragón
era conocido y querido en el pueblo
de Alejo donde residían. Julia tenía
16 años y Betty , 10.
- No regresen tarde- les pidió su madre
al verlas salir hacia el parque que corría
paralelo al río Santuario, Julia llevando
su elegante bicicleta francesa de color
rojo intenso con manubrio de nácar
por la que esperó más de un año .
Junto a ella, Betty llevaba un par
de patines atados con un cordón rosado,
colgados de un hombro. La pobrecita
también soñaba con una Peugeot como
su hermana, pero se resignó a esperar
por la oportunidad de tener la suya.
A pesar del mal momento, se divirtió
con el grupo de amigos de las dos.
Cuando el grupo hizo un alto para
tomar una soda, Betty le pidió a Julia
que le prestara su bicicleta para dar
una vuelta. Pero Julia le contestó alterada:
- Olvídate hermanita. Esa bicicleta es mía
y la puedes romper si te caes. A ti te regalaron
los patines cuando a mi me trajeron la Peugeot.
Siempre te pasa lo mismo porque quieres tener
lo que yo tengo. ¡Acaba ya y espera tu turno!
Al siguiente domingo, uno de los chicos del grupo
le pidió a Julia que le dejara dar una vuelta
en la bicicleta y ella aceptó sin hacer una tragedia.
Esa misma tarde, los padres se enteraron de lo
ocurrido y cambiaron una mirada de entendimiento.
Tiempo después, Betty recibió la sorpresa del siglo:
- ¿Te gusta, hijita?- era su padre, ansioso.- Es alemana.
Un modelo especial. Las ruedas son de madera...
Te verás “chévere” montada en ella. Sube, sube –
Betty no se vio linda sobre ella porque nunca la montó
y nadie se la pidió prestada para dar sólo una vuelta.
SON COSAS QUE PASAN, como ésta, en la vida real.
Comentarios