Graciela Lecube Chavez
© 2017
En una reunión de educadores
notaron analizando videos de niños
de poca edad jugando con
los juguetes de su generación,
que no podían leer nada en letra
cursiva por no saber escribirla.
La conclusión fue unánime:
los estudiantes de hoy estudiarían
algo útil del ayer para balancear
su educación. Y así fue que escribir
a mano se convirtió en el juego
más divertido de los chicos
que vestían mamelucos blindados
para ir a la escuela en aeroplanos
sin puertas con tinteros triangulares
tatuados por todos lados.
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