BIENVENIDO, RAULITO


 
Graciela Lecube Chavez
 
 ©  2016


 
Hay alumnos y hay alumnos. Y los maestros,
como cualquier humano, tienen su corazoncito.
"Raulito estudiaba hacia dentro” como él decía.
Por eso nunca fue premiado. Pero fue el único
en visitar su escuela cuando pasaba por la ciudad
o enviaba una tarjeta durante Navidad.
--Raulito se hacía querer – les decía la maestra
doña Rebeca a sus pequeños alumnos, porque
entre ellos siempre hubo buena comunicación.
-- Cuando se presente la oportunidad,
lo van a conocer—les dijo doña Rebeca 
un día a sus muchachitos. ¡Y ASÍ FUE!  
A comienzos del nuevo ciclo escolar 
Raulito, cargado de flores, de pie en el marco 
de la puerta del aula, parecía un gigante.
-- ¡RAULITO ¿qué haces aquí?!—preguntó
sorprendida la vieja maestra a su amiguito. 
-- Vengo como ayudante de mi padrino Fabián
con quien vivo en Salinas, actualmente.
Y si  me lo permite, ¿puedo dirigirme
a sus alumnos? -- Rebeca sonrió, asintiendo.
-- ¿Sabían que me hubiera gustado ser maestro?
Por mi cuenta aprendí algunas cosas que voy
a compartir con ustedes.--- Acalladas las voces,
todos atentos, algunos con las bocas abiertas,
esperaban ALGO...ALGO GRANDIOSO...
del famoso visitante, quien de pronto, les preguntó:
--¿Qué vino primero: el huevo o la gallina?
Las risas siguieron a su pregunta y otras
y otras más  a medida que decía: ¿de qué color
es el caballo blanco del ciclista? ¿por qué el Lobo 
no se comió a Caperucita? Por no tener dientes ... 
jajaja  ... Todos rieron: la maestra, sus alumnos,
Raulito... ¡¿Y USTEDES, TAMBIÉN?!
 

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