EN EL PARQUE DE DIVERSIONES


Graciela Lecube Chavez

© 2016



Al Ciclón de hierro subí
temblando de emoción,
imaginando qué pasaría
si me diera un sofocón.

Las manos me sudaban,
no podía la saliva tragar
y cual ignorante reía
sin poderme refrenar.

De miedo los ojos cerré
y al caer al vacío los abrí
para ver lo que tanto soñé
¡sin sentir que me hacía pipí!

Bajé del Ciclón jadeante,
la cabeza sonando a tambor,
más cobarde que un conejo
frente a frente a un asador.

Y cual conejo salí disparado
sin querer a mis amigos esperar,
pues ya hacían fila de nuevo
locos por volver a "ciclones".


Comentarios