Graciela Lecube Chavez
© 2016
Santos, alumno de la primaria,
mañana, tarde y noche se miraba
en los espejos sin ver lo que
con tanta ansiedad buscaba.
Al llegar a los doce, descubrió
aquello que le molestaba:
¡Sus orejas eran grandes
y paradas, como perro listo
a lanzarse sobre la cañada!
Sus padres lo llevaron a la
clínica del cirujano infantil
Luciano Bisturí que le dio
una apariencia más natural.
Pero ni así Santos fue feliz.
¿Qué le pasaba? ¡Los que de
sus orejas grandes se burlaban,
dejaron de hacerlo porque sus
orejas nuevas no los motivaba.
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