La Luna y el Sol



Hace muchísimo tiempo, la Luna quiso quedarse de día para ver que ocurría y descubrió a los niños en los parques y en las plazas, siempre existieron los parques y las plazas para los más pequeños, y sintió su corazón de madre rebosante de amor lunar; pero el Sol se enojó tanto que la echó furioso haciéndola llorar gotas plateadas, que se transformaron en maravillosas cascadas. 


La Luna, que se había enamorado de los niños, pensó que para poder verlos tenía que hablar seriamente con el Sol y ofrecerle un negocio; le ofreció pagarle con estrellas, o alguna constelación lejana o la vía láctea completa, con tal que la dejara mirar. Pero el Sol, que es muy, pero muy odioso y se cree el Rey de todo el Universo, se volvió a negar y la hizo llorar de nuevo, fue cuando se formaron los hielos eternos. 


La Luna insistió, insistió y ofreció entonces unas pequeñas lunas de regalo, que andaban girando alrededor de un hermoso planeta llamado Saturno, a eso le agregó el famoso Lucero de Belén. Pero el Sol, se siguió negando. 


Entonces la Luna se enojó y se puso delante de él tapándolo y el Sol por un rato quedó sin poder llegar a iluminar la tierra, así se produjo el primer Eclipse. Cuando la Luna pensó que ya era suficiente castigo para el orgulloso, se corrió dejándolo nuevamente brillar; pero él estaba tan, pero tan asustado, que aceptó gustoso que algunos días estuviera junto a él en el cielo, para que pudiera curiosear y ver a todos los niños del mundo jugar. 


Son los días en que milagrosamente podemos ver a la Luna y el Sol juntos en el cielo.


María Magdalena Gabetta
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