El niño que habita en nosotros

“Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa es en ella una maravilla”.
Gilbert Keith Chesterton


 © Ariadna Sanche



En mi opinión, abril es un dulce recordatorio sobre lo bello de la niñez.  A pesar de contar con más de treinta años, la niña que habita en mi interior  sigue tan vigente como cuando cursaba yo la primaria. Sigo jugando a la comidita, solamente que ahora lo hago con vegetales y frutas que semanalmente compro en el mercado. Sigo dando vueltas en la cuadra por las tardes con mi bicicleta, solo que en esta ocasión me acompañan mi esposo y mis dos hijos. Sigo mirando las estrellas que cubren el cielo por la noche y orando con la esperanza de que exista un mundo de armonía y de igualdad para todos. La infancia es sin duda una etapa dorada, donde se siembran los cimientos para el futuro. Simultáneamente, es el pasaporte con el cual se entra a la adolescencia y a la vida adulta.

Una niñez  donde impera el amor, el respeto, la tolerancia así como la comprensión tiende a inundar de positivismo la vida de un ser humano. El recuerdo más palpable y memorable de mi niñez es cuando mi mamá preparaba un rico estofado con sopa caldosa y arroz blanco para recibir a mi papá que llegaba de Estados Unidos. Mis abuelos, tíos y primos nos reuníamos alrededor de la mesa y merendábamos en familia. Hasta el día de hoy puedo percibir el humeante aroma del jugoso manjar atiborrando mis sentidos. Sin embargo, también hay experiencias que como niños te marcan. Recuerdo el fallecimiento de mi abuelo Lucio como un evento relevante en mi vida. Mi abuelo era un hombre cariñoso y atento con cada uno de sus nietos. El ser la nieta mayor, me dio la oportunidad de convivir de una manera peculiar con mi abuelo. Su dedicación hacia su trabajo lo convierte en un referente cuando de esfuerzo se trata. Vendiendo carne de puerco en el mercado local de Ejutla de Crespo, Oaxaca; mi abuelo me enseño que todo trabajo es digno. Que hay que amar lo que uno hace y sentirse orgulloso de quien eres. Esa lección se la debo en gran parte a mi querido abuelo Lucio Sánchez.

Ahora que soy madre de familia, valoro cada instante de la niñez de mis hijos. ¡Ser padre es un reto! Ya que sobre nuestros hombros recae una enorme responsabilidad de guiar, proteger e inculcar valores que sirvan como vehículos para un pleno desarrollo físico y emocional. La niñez se vive una sola vez, es una fase donde la inocencia es la protagonista y los caramelos son los invitados de honor. Un momento donde el universo parece descomunal y la imaginación no tiene limites. El juego, las sonrisas y también las lagrimas se llevan los premios estelares en el día a día. Vivamos pues una eterna infancia, recordándonos los unos a los otros que ser niño es el regalo más preciado en nuestro caminar sobre este planeta. De igual manera, tenemos el compromiso de hacer todo lo que este a nuestro alcance por los niños de la comunidad, de la región, del estado y del mundo para que logren su máximo potencial y una gocen de una felicidad plena. ¡Felicidades a todos los niños de Oaxaca, de México y del orbe! Recuerda que la lectura te da alas. Nos leemos pronto. 


Comentarios