Redacción: Kevin
Jared Martínez Márquez
Fotografía: Steve
Bidmead
© 2015
—¿Te gusta ser una mariquita? —le pregunté
a la mariquita.
—Me gusta muchísimo ser una mariquita —contestó.
—¿Te gustan tus manchas negras? —cuestioné.
—Sí —respondió—. No tengo muchas manchas, algunas son un poco más
grandes que las demás.
—Eres muy pequeña —comenté.
—Sí, es muy de utilidad; puedo explorarlo todo sin temor a quedar
atrapada por algún rincón —estableció.
—¿Qué te gusta hacer a lo largo del día? —cuestioné con curiosidad.
—¡Volar! ¡Me gusta volar! —se alegró—. ¿Tú puedes volar?
—Yo no puedo volar —respondí—. Parece divertido andar por el aire
haciendo volteretas.
—Sí, lo es.
—¿Qué te gusta comer? —pregunté.
—Me gusta comer hongos y pulgones —contestó—. El néctar de las flores
también es muy delicioso.
—¿Cuántos hermanos tienes?
—Tengo un millón de hermanos —respondió.
—¡Qué familia! —advertí.
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