Graciela Lecube Chavez
© 2015
En su primera visita a Cuba
y los Estados Unidos de América,
el Sumo Pontífice de la Iglesia
Católica se convirtió en el “niño
mimado” de quienes lo vieron pasar.
Tímido, ya sea serio o sonriente,
cayó a todos como anillo al dedo
por la generosidad de sus intenciones
y la sencillez de sus expresiones.
Transformó la pobreza despreciable
en el estado de moda que no se rechaza
porque implica gratitud y grandeza.
Enalteció a los viejos, los enfermos
y los desvalidos, recalcó la importancia
de mantener la unión familiar,
le dio valor al empeño personal
y el acercamiento colectivo. Revivió
los beneficios de aceptar, perdonar y amar.
Papa Francisco, como argentino cabal,
es fanático del fútbol y la comida criolla...
¡la antorcha que ilumina el camino triunfal!
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