EL CHAPERÓN EQUIVOCADO


Graciela Lecube Chavez
  
©   2015



Mami confió en su hermano menor
que fuera mi chaperón cuando
yo lo invitara al parque de diversión.
Ni corto ni perezoso aproveché la ocasión
y a tío Fermín invité más que gozoso.
A los veinte parece de cuarenta
por su panza indiscreta de comilón
pero a la hora de subir a la rueda
de la risa se olvidó que estaba ahí
por una sola razón: cuidarme a mí.
Y antes de sentarse a mi lado
y ajustarse el cinturón de seguridad,
lloró más fuerte que un menor de edad.
La rueda comenzó a remontar
con tío Fermín gritando “¡Quiero bajar!”
Pero lo que bajó fueron sus espejuelos,
sus zapatos y la goma que mascaba
para impedir que perdiera algo más.   

Comentarios