Graciela Lecube Chavez
© 2015
El azúcar inocente del pasado
no muy lejano, era un enemigo
disfrazado que ya no es apreciado
porque ahora figura entre
los malvados más criticados.
Pero el enemigo no es el azúcar
en sí, sino las cantidades en que
lo consumimos. Es por kilos,
amigos, desde el desayuno
en el café, los panqueques
y las jaleas hasta el chocolate
frío o caliente del mediodía,
los caramelitos de las tres,
de las cinco y la cena de las siete.
Y en medio de toda esta confitería
sodas y jugos de frutas sin medida.
Azúcar y más azúcar hasta la camilla
del doctor que nos examina y después
concluye que tenemos diabetes
y exceso de peso. De hoy en adelante
no más azúcar, el enemigo seductor
con intenciones peligrosas. Abramos
bien grandes los ojos para leer sobre
este ladrón poderoso que nos roba
la vida de acuerdo a sus antojos.
Ahora que estamos informados,
informemos a los otros para ponerlos
al día, como lo hacemos nosotros.
Cuando nos deleitemos con el sabor
único de cada alimento, el azúcar
nos mirará desde lejos, sin aliento.
Comentarios