UNA BUENA LECCIÓN



Graciela Lecube-Chavez

©   2014


Todas las noches ayudo a mamá
a preparar la cena familiar mientras
le cuento lo que pasó en la escuela.
El lunes corté fruta para comer
no al final sino al comenzar,*
porque aprendí que si la fruta llega
primero al estómago lo prepara
para digerir lo que viene detrás.
Al caer en la frutera trocitos
de manzana, kiwi, melocotón ,
pera, banana y uvas de piel oscura,
yo admiraba la belleza de sus colores,
aspiraba sus riquísimos aromas
y hasta sentía en mi boca sus sabores.
Comprendí en medio de aquel festín
lo que la maestra trata de enseñarnos:
todo lo que existe es diferente
y nos sirve a todos por igual, porque
vivimos en la Tierra que es universal.
La Tierra es como la frutera de casa,
y mis compañeritos de estudio
como las frutas que tan ricas son:
negros como las uvas,
blancos como las bananas,
rosados como los melocotones
y verdes... ¿verdes como el kiwi?
¡Ah, ya sé! Como los gnomos
en los bosques de Irlanda,
aunque no tengan pelo sino barba.
No sé por qué dije "aunque",
porque la barba es pelo también.
¡Ay, cuánto me toca aprender!


*Consejo real. Prueba y verás.

Comentarios