por Graciela Lecube-Chavez
© 2014
Tengo doce años y como me gusta escribir,
mis padres instalaron una computadora
en mi cuarto de dormir. Pero no duermo,
piensa que piensa en lo que voy a decir.
Amanezco con dolor de cabeza, ojeras
y unos bostezos grandes como mis orejas.
Al paso que voy, ni vivo ni dejo vivir,
y algo tendré que hacer de todas maneras.
Creo que lo más sensato por el momento
es postergar mi obsesión de ser escritora
y en vez de trasnochar, ponerme a estudiar
para sobresalir en la escuela por mi talento.
Comentarios