LA AVENTURA DE CENTAVITO



por Graciela Lecube-Chavez
 
  ©  2014


 
Centavito, cansado de pasar los días
escondido en el bolsillo derecho del pantalón
de Remigio Contreras, jardinero de profesión,
se atrevió a hacer algo que no debía.
 
Cuando su dueño sacó el pañuelo para secar
el sudor, Centavito rodando salió sin ser notado.
Armándose de fuerzas se mantuvo reservado
cara arriba junto a una pared del palomar.
 
Como don Remigio lo consideraba un amuleto
que de problemas a salvo lo mantenía,
Centavito deseó para sí la misma hechicería,
y confiando en su suerte dio en el aire un salto.
 
¡Y otros más, hasta que a un charco fue a dar!
Una lluvia fina comenzó a caer y por un segundo
lamentó haber perdido la paciencia y escapado.
“¡Pero ahora que soy libre”, se dijo, “voy a gozar!”
 
En eso, una mano infantil lo cogió del suelo,
lo miró, se rio y en un bolsillo lo guardó.
De pronto al verlo, Centavito un grito lanzó:
“¿Desde cuándo estás aquí, abuelo”?
 

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