por Graciela Lecube-Chavez
© 2013
En medio de un vendaval bravío,
de raíces, un viejo árbol cayó al río
sorprendido por todo aquel ruido.
Rodaron varias rocas azoradas
que del derrumbe no sabían nada,
haciendo muecas, dando patadas.
Curiosos como era su costumbre
unos pájaros medio desplumados
el lugar del hecho investigaron
y en su lengua de trinos, declararon
culpable a la diva Naturaleza
con los humos subidos a la cabeza.
“Si me atacan, ataco”, se defendió.
“¿Y si te respetaran?” “Igual haría yo”.
¡Con diplomacia todo se arregló!
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