Reseña por Ariadna Sánchez
El aroma a flor de cempasúchil inundando cada rincón de la casa es señal de que la festividad del Día de los Muertos esta a la vuelta de la esquina. Los tamales de mole con pollo se empiezan a cocinar. Las tablillas de chocolate chocan con la leche calientita que se convertirá minutos después en un espumeante chocolate de leche. El altar en honor a las personas amadas se planea y se ejecuta con delicadeza. Los cuetes se escuchan quemar en las aceras del barrio. El incienso se quema al tic-tac del reloj y la algarabía se siente en el ambiente. Los niños gritan de alegría mientras las abuelitas con nostalgia recuerdan a sus familiares. La cocina es un lugar donde la tradición cobra vida. Desde el más grande hasta el más chico participa con respeto en esta multicolor celebración en honor a los que se nos adelantaron en el camino.
El Día de los Muertos es una festividad que se celebraba antes de la llegada de los españoles. Hay registro que otras culturas de Mesoamérica practicaban rituales donde celebraban el legado de sus ancestros. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento. El Día de Muertos se conmemoraba el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y se celebraba durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa Mictecacíhuatl, conocida como la "Dama de la Muerte" (actualmente relacionada con "la Catrina", personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de Mictlantecuhtli, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.
Después de saborear unos ricos tamalitos y un chocolate de leche asegúrate leer con tu familia el libro El Día de los Muertos por Bob Barner. Juntos en familia descubrirán lo mágico de esta celebración. Aquí les dejo una calaverita divertida en relación a la lectura. Recuerda que la lectura te da alas. ¡Nos leemos la próxima semana!
Estaba la calaca flaca
paradita en la esquina
esperando a Ariadna
para llevársela
con todo y mochila.
La calaca entonces
Le dijo a Ariadna:
“No te llevare, si
me lees una historia”
“No solo te leo una,
sino un montón”
dijo con valor
la líder en acción.
La calaca muy enojada
se aleja de Ejutla de Crespo
llorando a moco suelto
porque no escuchó
ningún cuento.
Ariadna en su afán
de hacerla sentir animada
de su morral saco
dos cuentos y una brazada.
La calaca tilica y flaca
pone mucha atención
sus ojitos se iluminan
con cada oración.
Desde entonces la calaca y Ariadna
son uña y mugre
son amigas de lectura
juntas leen muchas aventuras.
La calaca tilica y flaca
lee sin parar
de noche y de día
para aprender mucho más.
Sus demás amigas ya
son líderes en acción también
todas juntas leen
hasta cien novelas a la vez.
Gracias por leer
la lectura te da alas
no dejes de hacerlo
aunque te visite la calaca.
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