por Graciela Lecube-Chavez
© 2013
Cirila, a sus cien años, se ha convertido
en un fenómeno social bienvenido.
La prensa en general no la deja respirar
y todo lo de ella insisten en divulgar.
La cumpleañera, como una jovencita,
confiesa lo que guarda en su cabecita:
“Tuve pretendientes por docenas,
pero un esposo: el “flaco” Arenas.
¿Hijos? Claro que sí. Lina y Simón,
dos tesoros que bendigo en oración.
¿Si fui a la escuela? ¡Me encantaba!
Estudié hasta que fui abanderada.
¿Qué comía? Los frutos de la tierra
que la familia sembraba y recogía.
¿Saben? Al describirles mi vida
en estos cien años, se reaviva
en mi el deseo de ir avanzando,
¡claro! sin estar disfrutando
de la Internet, las redes sociales,
el alcohol, el tabaco, los Omnis,
el iPod, los programas virtuales,
el celular, y los entrenamientos
para recorrer los vacíos siderales”.
¿Podrá Cirila llegar luminosa
y parlanchina a los 200 carnavales?
Para saberlo, nosotros deberemos
imitarla, consumiendo vegetales.
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