QUEJAS SIN RAZÓN



por Graciela Lecube-Chavez

©  2013


Vivo cerca de un puente
que une dos estados,
y mañana, tarde y noche
los helicópteros policiales
surcan el cielo haciendo
del ruido gran derroche.
En las cuatro estaciones–
con lluvia, sol, nieve,
viento o granizo–dueños
son del tranquilo ambiente
que alteran con permiso.
Claro que, como aliados
de la ley, encargados
de descubrir malhechores,
hacen del resto caso omiso.
Pero yo, como niño que soy,
no sé de los dos cuál es peor:
si los bandidos o el defensor.
Mi papá acepta el ruido
como algo que beneficia
a todo buen ciudadano
y lo que yo debiera hacer
es entender y quedarme
¡c  a  l  l  a  d o!

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