GOLOSO


Graciela Lecube-Chavez

©  2011

 
Goloso me llaman y con razón,
porque tiempo atrás engullí
una torta de chocolate y en una
alberca dulce-oscura me zambullí.

El chocolate era un mar espeso
de aroma delicioso y tentador
que se aferraba a mi paladar
orgulloso de ser un triunfador.

Patinando en aquel vergel
yo estaba loco de alegría
porque mío era ese tesoro
desde que con nadie competía.

Pero esa euforia poco me duró:
cuando abrí los ojos comprendí
que ser goloso no es un premio
sino un mal nombre que recibí.
 

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