Graciela Lecube-Chavez
© 2011
Cuando mi hermana Luisa y yo
éramos niñas, nuestro papá querido
nos traía de regalo unos chocolates
muy finos cada vez que cobraba
su semana de trabajo. Los dulces
aquellos eran anchos y cuadrados
y él nos los ofrecía con orgullo
ante nuestros ojitos encandilados.
Pero no eran sólo aquellas golosinas
tan exquisitas, eran las fotos
que traían y que él mismo pegaba
en un álbum de riquezas
que el planeta Tierra custodiaba.
A medida que fuimos creciendo
algunas de aquellas maravillas
conocimos y nuestros pasaportes
se llenaron de nombres desconocidos.
Yo quisiera que todos ustedes
hicieran otro tanto, pero hasta
que la hora de hacerlo les llegue,
les invito a viajar conmigo
con el pasaporte encantado que
aquí presentamos. Así evitamos
pasajes demasiado caros, vuelos
cancelados, maletas extraviadas,
espera que espera en aeropuertos
llenos de viajeros ansiosos, cansados
de inspecciones, lluvia, nieve,
huracanes y prohibiciones.
Con el pasaporte de Los Bloguitos,
remontamos vuelo sin condiciones.
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Delia.