LUCES DE VERANO

Graciela Lecube-Chavez

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La familia entera compartió en armonía
dos tranquilas semanas de vacaciomes
en un colorido pueblecito frente al mar
respaldado por altos árboles y colinas.

Yo terminé por entender a mis primos
que se sentían muy aburridos porque
el hotel no tenía programas nocturnos
divertidos para los huéspedes niños.

Hasta que alguien propuso ir a buscar
luciérnagas entre la enredada maleza,
y sin pedir permiso todos nos fuimos
tras esos insectos con brillo tan singular.
 
 -¿Por qué brillan y hacen guiñitos?
-Para jugar; mira que eres curiosito.
-Brillan porque nacieron así.
-¡Claro!¿Y cómo es “así”?
- Como Dios lo quiso.
-Dios tiene ideas divertidas.
- Por eso nos trajo a todos aquí.

Esa noche y todas las demás, hasta
los adultos fueron tras las luciérnagas-
luces de verano- que siguieron jugando
cuando la aurora de pronto dijo “¡Basta!”



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