¡Que Veranos, aquellos!


Eran los mejores. Tenía 9 años y todos los veranos apenas terminaban las clases nos íbamos de vacaciones con mi mamá a visitar a mi tía Ángela, al tío Hugo y a mis primos Eli, Sergio y Silvia.
Eran días felices. Jugábamos, reíamos y leíamos libros de cuentos todo el tiempo.

Cuando mi tía tenía algo de tiempo nos llevaba al cine o al parque.
Los más traviesos tocaban los timbres de las puertas del vecindario, nosotras paseábamos en bicicleta e íbamos muy seguido a la almacén a comprar dulces. ¡Quién no lo hizo! En esa época no existían los grandes centros comerciales. El pan, los caramelos los comprábamos en la almacén de Juan.

Cuando llovía se formaba en la esquina de la casa de mi tía, que estaba situada en la gran ciudad, un pequeño río, entonces nosotros armábamos barquitos de papel que largábamos en la bajada hacia la avenida.
Cuando andábamos en bicicleta nos divertíamos de lo lindo. Coloridas y grandes bicicletas nos llevaban por toda la manzana. Eran tiempos tranquilos, los chicos jugaban en las calles, veredas sin peligro alguno.

En época de carnaval se preparaban baldes con agua para mojar al que viéramos primero y al más desprevenido. Toda las siestas al sol jugando con agua ¿Y cómo terminábamos? Empapados por supuesto de los pies a la cabeza.

En las noches nos disfrazábamos, nuestras madres cosían nuestros trajes de princesas, magos, etc. Los días de la niñez son los más felices. Debemos resguardarlos en nuestro corazón.

Dos días a la semana íbamos a la pileta del club del barrio. Ahí estábamos dos o tres horas. El sol no nos dañaba tanto como ahora, s podía tomar sol por varias horas.
Luego volvíamos a casa de mi tía. Yo no quería que pasaran esos casi 3 meses que estábamos en la ciudad.

Si, aquellos fueron días inolvidables. Ya soñábamos con ser grandes.


Y ahora quiero recordar juegos de mi infancia, algunos ya se han olvidado, otros no.



1. La Escondida: te escondías, uno de los chicos contaba hasta 100 por ejemplo dando tiempo a que los demás se escondieran, luego el que contaba salía a buscar uno por uno. Al primero que encuentra ese era el que contaba en la próxima ronda. El primero en ser descubierto, al grito de "Piedra libre" apoyando la mano en la piedra para validar el descubrimiento, ese tiene que contar en la siguiente rueda, salvo que el último de todos los escondidos, logre librar a todos al grito de: "Piedra libre para todos los compañeros." o "Piedra libre para todos los compañeros".

2. El Tuti-Fruti: con hoja en mano y un lápiz debías dividir la hoja columnas y en cada columna colocar países, frutas, provincias, comidas, nombres el que llenara más rápido la hoja con esos nombres de acuerdo a una letra del abecedario ganaba.

3. El Elástico: hacíamos distintos saltos que divertían a todos, las risas llenaban la cara de las niñas.

4. La Payana: tirar cinco piedras al aire y tratar de atrapar con la mano de a dos, luego tres, y al final todo.

Y hay muchos más juegos pero solo recordaré estos y solo diré que a la infancia hay que guardarla en un rinconcito del corazón pues cuando te haces grande te la olvidas.


Leticia Teresa Pontoni
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