Ésta es la triste historia
de un coquí sobreviviente,
que salió de los cañaverales
de los campos de mi isla.
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fue en busca de más colores
aparte del verde de aquí,
y sin que nadie lo viera,
a Estados Unidos se escapó.
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A su llegada a los “niuyores”
empequeñecido se sintió,
como a nadie reconocía,
de su aventura se arrepintió.
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Entre llantos y lamentos
una niña lo escuchó;
tirado y temblando de frío,
a la inocente conmovió.
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No cesaba su lamento,
hasta que perdió su voz,
sólo a Dios coquí pedía,
perdón por su gran error.
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Un poeta que pasaba
su pobre canto escuchó,
e intrigado le pregunta:
"¿Qué le pasó a tu voz?"
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La rana avergonzada cuenta
lo mal que se portó,
con su bello Puerto Rico:
"¡Fue mi error!" reconoció.
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El coquí que se moría
de nostalgia y de dolor,
regresar solo quería
de donde salir no debió.
María Pérez, Autora Invitada
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