Pobre toro soñador,
su sueño era ser libre,
poder correr por el campo
sin ataduras, muy libre.
Aquel día se escapó,
pero no entendía nada,
buscaba tan sólo pasto
en el campo o en el llano.
Sólo escuchó bocinazos,
su pánico aumentó.
No sabía qué pasaba,
los hombres lo amarraron,
y de la ruta lo sacaron.
Tuvo mucho que aguantar,
raspones, y muchos golpes.
Y con sus ojos tapados
atravesó aquella calle.
Su escape fue muy corto
pero bien valió la pena,
por un instante logró
lo que siempre él soñó.
Leticia Teresa Pontoni
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