EL ÚLTIMO MARTES DE MARZO


Graciela Lecube-Chavez

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Así como vine cargado de junquillos,
así me voy ligero y veloz como chiquillo,
sin penas ni dolores, raudo como el viento,
aspirando aire helado que barniza mi aliento.

Hasta luego. Hasta siempre.  Prometo volver
cuando me llegue la hora para terminar de hacer
lo que dejé olvidado o peor aún, inconcluso...
Adelante, y al tiempo que queda dénle buen uso.
 

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