Redacción: Kevin
Jared Martínez Márquez
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¡Cuán maravillosa es la piñata!, pues podemos admirar su colorido
vestir y jugar sin cesar a su alrededor. De todas esas piñatas chistosas, que
se encuentran en los cumpleaños y en las posadas, nace esa esperanza de alegría
ante la vida. Pero, ¿de dónde vienen las piñatas? Lo cierto es que no hay
certeza alguna en cuanto a su lugar de procedencia. Diversos historiadores
señalan que las piñatas provienen de China, mismo que se establece a propósito
de los viajes de Marco Polo a esa nación, situada en Asia del Este; debido a
que él advirtió que las personas en ese lugar celebraban el comienzo de un
nuevo año creando llamativas figuras de animales cubiertas con papel. Merced a
los viajes, esta costumbre festiva se propagó por entre las celebraciones
europeas. Cabe mencionar que se han encontrado restos de diversa naturaleza que
permiten suponer que en el Nuevo Mundo ya había piñatas desde tiempo antes de
la arribada de los españoles.
La piñata fue también una herramienta para evangelizar a los nativos
de América. La Iglesia católica asignó determinados significados a cada uno de
sus elementos; por ejemplo, en sí la piñata representa esa lucha constante que
existe entre el bien y el mal; se evocan los siete pecados capitales al tener
la piñata sus siete picos; el papel decorativo simboliza el Evangelio; y el
vendarse los ojos alude a la fe ciega de todo cristiano.
Hoy día se pueden encontrar piñatas del todo diversas, para toda
celebración; lo más divertido es tratar de romperla y descubrir qué lleva
dentro. "Dale, dale, dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes,
pierdes el camino […]", se canta tradicionalmente en México. "Ya le
dio uno, ya le dio dos, quítenle la venda porque sigo yo", entonan los que
esperan su turno en la fila.
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