Rimas e historias del corazón


Entrevista realizada por: 
Kevin Jared Martínez Márquez


Los libros la hacen sonreír. Contar historias le brinda una emoción sin igual de alegría ante la perspectiva y aprendizaje de sus pequeños lectores. Georgina Lázaro nació en San Juan, Puerto Rico. Docente, escritora y madre, siempre ha tenido presente a su familia en cada momento de su vida, misma que le ha permitido estructurar su talento literario para regalar momentos únicos y gratos de lectura para los más pequeños.

Ediciones Huracán, en 1996, publicó «El flamboyán amarillo»; uno de sus más reconocidos poemas llevado a los niños en formato de libro ilustrado. Con el objetivo de difundir y presentar propuestas para el enriquecimiento de la literatura infantil y juvenil, formó parte del Instituto Puertorriqueño del Libro Infantil, en 1989.

¿Quién es Georgina Lázaro?
Respuesta: Soy una mujer puertorriqueña: madre de dos hijos, abuela de dos nietos, maestra por formación académica, ávida lectora por elección y escritora como consecuencia.

¿Por qué te gusta leer y escribir?
Respuesta: Desde que me recuerdo, me gustaban los cuentos. Por eso quise aprender a leer. Desde entonces es ésta una de las actividades que más disfruto. Antes era solo un pasatiempo; luego se convirtió en parte importante de mi vida. Creo que escribir es una consecuencia natural de mi afición a la lectura; una respuesta normal al gusto por las palabras que me regalaron los libros. Luego, cuando me convertí en madre, tratando de hacer de mis hijos lectores entusiastas, empecé a escribir cuentos para ellos. Así fue como ellos me convirtieron a mí en escritora, algo que jamás había soñado.

De los personajes que has creado para tus libros, ¿cuál es tu preferido?
Respuesta: Mmmmm…, esta es una pregunta difícil de contestar. No tengo personajes preferidos. Ni siquiera podría decir cuál de mis libros prefiero. Algunos días unos, otros días otros…, «El flamboyán amarillo» por ser el primero y el que más se conoce. «Gabriel García Márquez – Gabito» (de la serie "Cuando los grandes eran pequeños"), por ser el último. «¡Viva la tortuga!» por ser el más científico y el más poético, y porque, a pesar de que me dio mucho trabajo comenzarlo, cuando al fin lo conseguí se convirtió en un gran logro. Podría seguir haciendo una lista interminable. Todos son especiales. Si no lo fueran, no estarían publicados.

¿Qué te gusta comer?
Respuesta: ¡Nunca me habían preguntado eso! Como de todo, soy "buen diente"; como decimos aquí. Me gustan las pastas, las ensaladas, las frutas, los postres… ¡La pizza!

¿Qué les dirías a los niños que nunca han tomado un libro y que dicen que leer no es divertido?
Respuesta: Les diría que se den la oportunidad. No es que leer no sea divertido; es que no han encontrado su libro. La lectura, además de ofrecernos momentos muy especiales, nos ayuda a conocer la vida, el mundo cercano y lejano; el de afuera y el de adentro. Nos enseña a pensar y a conversar con nosotros mismos, desarrolla nuestra sensibilidad y nos hace mejores personas; más completas, más comprensivas, más libres y más felices.

¿Qué deseo le pedirías a una estrella?
Respuesta: No le pido deseos a las estrellas, pero si les pidiera, solicitaría tiempo. Más horas al día y más años útiles a la vida para leer y escribir todo lo que me falta.

¿Tienes mascotas? ¿Te gustan los lagartijos?
Respuesta: Vivo en el campo. Siempre he tenido perros en el patio. En este momento tengo sólo una perra llamada Nana. De niña no me gustaban los lagartijos, pero mi papá me convenció de que son buenos porque se comen los mosquitos. Desde entonces, no es que me encanten, pero convivimos. ¿Sabes que escribí un libro que se llama «El acertijo del lagartijo»? Trata de los lagartijos que habitan en la casa de la abuela de un niño; a quien no le gustan para nada. (Cualquier parecido conmigo y mis nietos no es pura coincidencia).

¿Cuál es tu palabra favorita?
Respuesta: Otorrinolaringología. ¡No, es broma! Tal vez es «estrella»…, creo que el poema favorito de mi infancia tiene algo que ver con eso: "A Margarita" de Rubén Darío. Una de sus estrofas dice así:

Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer.
La princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

Otra dice:
Pues se fue la niña bella
bajo el cielo y sobre el mar
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Las escribo de memoria. Me aprendí el poema siendo una niña; de tanto leerlo por el gusto de repetir algo tan bello. Nunca lo he olvidado.








Comentarios

Leticia Pontoni dijo…
Excelente Kevin...ya somos mas hacienda entrevistas...felicitaciones...