OCULTAR O NO OCULTAR


por Graciela Lecube-Chavez

©   2014



Sara, la bebita de apenas quince días
llegó a la casa de su nueva familia
rodeada de caras sonrientes y besos
de quienes emocionados la recibían.
Fue la niña adoptada más afortunada
que en un ambiente de amor creció,
con sus papás velando que nada le faltara.
Sarita era para ellos
la luz que sus vidas iluminaba
y jamás se arrepintieron
de haberle dado su nombre y sus almas.
Tanto así, que entre ellos
acordaron ocultarle la verdad de su origen
sin pensar que un día, la misma niña
les pediría que dejaran de ocultarle su realidad.
“Los niños de hoy sabemos más“, les dijo,
y por eso la quisieron como nunca.
Paso a paso le contaron los hechos
y con eso lograron hacer
el núcleo familiar aún más estrecho.

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