Los tres pastelitos sabrosos- segunda parte



por René Colato Laínez

© 2014 
cuento publicado en Revista Iguana


El tercer conejito se fue corriendo al mercado. Se paró para ver una pobre nube gris.

De repente la nube le comenzó a hablar —Conejito, conejito dame ese pastelito sabroso. Tengo tanta hambre.

—Claro, dame quince dólares y el pastelito es tuyo —le contestó el tercer conejito.

—No tengo dinero, pero si me das el pastelito sabroso me pondré muy fuerte y tendré más energía. Me llenaré de agua fresca. Lloveré y lloveré. Le daré agua a las plantas, flores, lagos y ríos. El campo se pondrá tan verde y bonito. Las plantas y flores crecerán con alegría —le dijo la nube.

El tercer conejito le dio el pastelito a la nube. La nube se lo comió y los dos estaban contentos.

Los tres conejitos regresaron a la casa y le contaron a su mamá todo lo que les pasó.

—Los engañaron. Ahora no tenemos ni el dinero, ni los pastelitos sabrosos —les dijo la mamá coneja muy enojada.

Esa noche mamá coneja y los conejitos se fueron a la cama sin cenar.

Algo maravilloso pasó esa noche, comenzó a llover. Al día siguiente la tierra estaba húmeda y los rayos resplandecientes del sol se asomaban por el horizonte. Los conejitos le pidieron a su mamá que plantaran semillas de zanahoria, lechuga, trigo y maíz. Después de sembrar los conejitos y su mamá le dijeron a todos los que se encontraban que era el mejor tiempo para sembrar.

Días después la tierra estaba bonita con muchas flores y alrededor de la casa de los conejitos crecían crujientes zanahorias y redondas lechugas. Los tallos de las plantas de maíz y trigo estaban tan altas que los conejitos hacían competencias para ver quien podía alcanzarlas hasta arriba. Habían pajaritos y mariposas. El agua regresó a los lagos y ríos. El sol brillaba como nunca.

Mamá coneja y los conejitos tuvieron suficiente comida y vivieron felices para siempre.





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