EL GALLITO POM-POM



por Graciela Lecube – Chavez
 
 
© 2014
 

Pom-Pom era el gallito de la granja Asunción
y todas las mañanas por años los residentes
su canto esperaban para hacer lo de siempre:
las gallinas poner huevos para el desayuno,
 
la vaca Madrina dar leche para el biberón
de Luisito y el café de sus papis y abuelitos,
y para paladear todo eso los panecillos
calientes de la cocinera Soberón.
 
Los caballos obedecían a sus entrenadores
que los sacaban a correr y hasta los perros
se cuidaban de ladrar sin razón, temiendo
que alguno se atreviera a darles un sacudón.
 
Pom-Pom a las 5 de la mañana cantaba
y toda aquella maquinaria viviente
entraba en acción, siempre eficiente,
porque ésa era por años la tradición.
 
Hasta que Pom-Pom se resfrió y como
se puso ronco, las cuerdas vocales
no estaban en condiciones de sonar,
causando en su dueño tremenda depresión.
 
Y como era gallo y no doctor, interpretó
incorrectamente su condición. Se sintió
viejo y acabado, que no podia seguir dando
lo que siempre había dado y su pico cerró.
 
La granja cambió de la noche a la mañana
sin el valioso centro vocal de Asunción,
pero el problema no pasó a mayores
porque entre todos buscaron la solución.
 
Organizaron un homenaje en honor
del gallito Pom-Pom por sus años
de generosa contribución, quien al sentir
tanto amor, recobró el ánimo y su voz.
 

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