por Graciela Lecube-Chavez
© 2014
La Navidad del 2013 está ya lejos de todos
pero el eco de su mensaje sigue fresco
en nuestro recuerdo. Hay palabras
que al unirse crean un extraño sonido.
Y hay ciertas imágenes del todo increíbles,
las que se crean inesperadamente
y se fijan en aquellos que las pescaron
al vuelo por tener almas sensibles.
Como el niño en brazos del Papa Francisco
que motivado por su instinto sin cordura,
alzó su bracito derecho y la tonsura
del pontífice quitó sin saber lo que hacía.
Aquel redondel de tela blanca cubriendo
la coronilla del sumo sacerdote en señal
de respeto a Dios, por el aire se perdió
con la delicadeza de un suspiro...
El eco de esa imagen en el infinito vivirá
como ejemplo de dulzura y conformidad,
de esperanza, pureza y realidad, y de
que en un momento, todo se puede dar.
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