por Graciela
Lecube-Chavez
© 2013
un pájaro sin querer
fue a dar
cuando el viento
embravecido
comenzó como loco a
soplar.
Engreído por saber
cómo volar,
se creyó mejor que
todos
y como prueba se puso
a trinar
poniéndose rojo hasta
los codos.
Pero la fuerza del
viento fue tal
que por poco pierde el
control
y a tierra casi-casi
fue a dar
retorciéndose de
intenso dolor.
El viento de él se
compadeció
y seguro de si mismo
se detuvo,
pero el pajarito no
comprendió
en su arrogancia, qué lo
mantuvo.
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