Juan Diego Campoy Coronado
La fuerza de tu mente esculpió
el prodigio de nuestra existencia.
La poesía de tu corazón,
te hizo nuestro ejemplo de vida.
Venimos a decirte adiós, o quizás solo,
¡hasta luego!, llenos de un arco iris de emociones que tu vida supo
sembrar en nuestro corazón. Vestida de negro llegó primero la tristeza.
Entre sus ropas oscuras lleva envueltos los recuerdos de tu risa, la
serenidad de tu voz, la dulzura de tus besos, la fortaleza de cada
abrazo que los tuyos daban por cualquier razón. En sus bolsillos guarda
98 años de memorias, desde tu infancia en Aguilas, tu adolescencia
salesiana, tu madurez responsable de esposo y padre, que hoy se lleva a
otros horizontes.
Pero nuestro arco iris de emociones
tiene también el BLANCO de tu inocencia. Un siglo –casi- de elecciones
en la vida para que triunfara la justicia del amor. Tu fuiste nuestra
mejor defensa, frente a todo y todos. Tu sembraste en nuestro corazón,
cualquier posibilidad de vida y sobre ella, creció la cosecha de la
palabra FELIZ. Felices nuestro hogar y la infancia, el trabajo, el
estudio, los juegos. Feliz la abundancia de cariño, y feliz incluso la
escasez de una larga posguerra.
VERDE es este campo fértil que con tu
esfuerzo plantaste semilla a semilla en solitario y contando solo con tu
tesón. En él trazaste las metas que te convertirían en el primer –y
entonces único- profesor de inglés de decenas de generaciones de
estudiantes. También allí nació la esperanza de poder ganarle un pulso a
la historia para crear un mundo mejor. Tu idealismo es contagioso y en
él te seguiremos siempre a ciegas.
ROJO es el amor que seguirá vivo, porque
así labraste tú su camino. Usado, usadísimo amor, hecho “te quieros”
cercanos - lejanos, presentes- ausentes, nuestros a ti, tuyo para los
tuyos. Amor a manos llenas desde el amanecer hasta el infinito.
AZUL es tu bondad, y es la paz con la
que edificaste nuestro techo. Es también el color de esos ojos en los
que te miraste siempre. Ella te espera ya, deseosa de cerrar el ciclo de
tu ausencia. Y es en la alegría de ese camino que hoy recorres, en la
que vivirá eternamente tu recuerdo.
Tus hijos,
María del Pilar, Diego Alberto †,
Francisca Isabel, Vicente Lázaro
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