OYE, AMIGO



Graciela Lecube-Chavez
 
©  2011


El árbol caído, en dos por
un rayo partido, sigue
en el suelo tendido.
El viento huracanado
lo tomó desprevenido,
cuando seguro
de su viejo tronco
a la tormenta enfrentó.
El búho que en él moraba
con su conocida sabiduría
repetía que se olvidara
de contar con lo seguro.
“Eso es cosa del pasado,
mi querido árbol”, le decía.
“No me hagas reír, amigo,
lo seguro no es un animal
marcado a desaparecer,
seguirá como las hojas
del tiempo sin perecer”.
“No te confíes, árbol,
no te confíes”, el búho
insistía... y así tuvo
que pasar... Entre dos
opiniones, una tiene que
ganar...y en esta contienda
bravía, al árbol le tocó llorar.


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