Graciela Lecube-Chavez
© 2011
Si las islas fueran nubes
y los ríos tubos de cristal,
yo me pareciera a un dedal.
La lluvia caería de abajo
hacia arriba y los barcos
estarían dando tumbos
en lo profundo del mar.
Sin gravedad de sostén,
las cosas se moverían
a la deriba sin poderlo
por sí mismas controlar.
Un rompecabezas
extraño formarían
pretendiendo descifrar...
Nada sería como
fuera conocido y al
dejar de encargado
al vanidoso cardenal,
buscaríamos recrear
el principio del final.
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