SIGUE EL MUNDIAL

 
Graciela Lecube-Chavez
 
© 2010
 




Se acabó el mundial de fútbol y el mejor
equipo ganó, pero su nombre empalideció
porque todos fueron llegando a ese honor
con fuerza, corazón y determinación.

Ningún deporte como el fútbol al mundo
entero unió, semana tras semana en persona,
frente al televisor o las  pantallas gigantes
donde se vivieron sentimientos profundos.

Tanto así, que una vez acabado, su eco
continúa, todos hermanados bajo el lema
universal de DIGAMOS NO AL RACISMO,
NO Al ODIO, NO A LA DISCRIMINACIÓN.

Ese amor, esa alegría, esa euforia general
no fue cosa del momento, surgió de adentro
con la fuerza de una oración, una esperanza
en común de seguir unidos de igual a igual.

Si mantuviéramos este nivel de hermandad
por cuatro años más hasta el nuevo mundial
y otros cuatro después hasta el siguiente,
la cadena de la paz duraría una eternidad.





 

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