FUEGOS ARTIFICIALES

Graciela Lecube-Chavez
 
©   2010
 

 
Desde temprano la gente comenzó
a llegar de aquí y allá para asegurar
un lugar cuando fuera el momento
de dar paso a los fuegos articiales.

Como niños chiquitos, los mayores
miraban hacia el cielo en busca
de esos coloridos brillos que hacían
cosquillas en sus mentes ansiosas.

El interés remontó vuelo desde
que su despliegue se anunció,
cuando de repente el ámbito
se llenó de mil luces y alegría.

Ruedas, flechas, cubos y cilindros
explotaron a un ritmo programado
de rojos, verdes, amarillos, azules
y blancos, por todos admirados.

Una sinfonía de belleza y pasión
magnetizó al público, embelezado
con esa locura visual, la que quedó
por siempre atrapada con emoción.
 

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