MÁS DE CINCO

Graciela Lecube-Chavez

© 2010


Para celebrar los 25 años de casados
de mis padrinos Rosa y Miguel fuimos
invitados a una fiesta en un hotel
a la que asistimos todos engalanados.

Mamá de traje largo, papá con una flor
en la solapa de la chaqueta negra, Lina
mi hermana vestida de quinceañera y
yo con zapatos nuevos, ¡ay, qué dolor!

La comida estuvo rica, los invitados
felices y yo embobado mira que mira
a los músicos que no paraban de tocar
sin dar muestras de estar cansados.

A la medianoche nos sentamos a ver
al grupo de artistas programados y de
ellos el más aplaudido fue el pianista
que sin tocar pudo a todos entretener.

Alto, rubio, tranquilo y galante se quitó
los zapatos y los puso junto al piano
dejando al descubierto seis dedos en cada
pie cuyas uñas de rojo escarlata pintó.

Después de un silencio muy prolongado
la gente dejó oír sus aplausos y risas
admirada de la forma en que el joven
convertía su defecto en todo un halago.

Comentarios

Chris Vasquez dijo…
Pues..qué lástima que no tuviera seis dedos de la mano. Cómo podría haber tocado el piano. Tal vez necesita ser organista y apreder tocar los pedales del órgano.