LA SIRENITA VANIDOSA


Graciela Lecube-Chavez

©  2010


Ilustración de Alex Bannykh


Peine de nácar fino... madreperla
que alisas mis rizos revueltos,
que enderezas las curvas rebeldes
de mi pelo dándoles brillo sin par,
no desaparezcas nunca de mi lado
ni se te ocurra dejarme de mimar,
que sin tu paciencia y devoción
no seré tu dulce sirenita del mar.
Cuando la brisa atrevida juega
con mi melena y me sacas a bailar,
despierta a los peces más chiquitos
que insisten con nosotros jugar.
Contigo soy la sirenita vanidosa
exigiendo... suplicándote lealtad,
¡para seguir juntos en la eternidad!
Contigo nado, suspiro, canto y río
libre y confiada entre la espuma
que el sol engalana de oro pulido
y la luna cobija en manto sombrío.
¡Ay, qué linda es la vida en el mar!

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