Graciela Lecube-Chavez
© 2009
Si aún no lo sabías
es hora que sepas ya:
cuando en el Polo Sur
es invierno, el Norte
de primavera está.
No tienes que hacer nada,
la Naturaleza lo hace sola
porque sabe de memoria
sus lecciones y las aplica
con regularidad.
La Naturaleza es un reloj
gigante que no se detiene
jamás y con sus sorpresas
a todos nos recuerda
que la deberíamos cuidar.
Abusamos de su verdor,
sus aguas, su atmósfera,
su espacio, pureza y armonía
como si nos perteneciera.
Todo parece aguantar, hasta
que se presenta algo inesperado
en que ni la Naturaleza resiste
el dolor que le hemos causado.
Y con las fuerzas que reserva
nos da la espalda, atormentada,
para enseñar una lección de la
que muchos no aprenderán nada.
© 2009
Si aún no lo sabías
es hora que sepas ya:
cuando en el Polo Sur
es invierno, el Norte
de primavera está.
No tienes que hacer nada,
la Naturaleza lo hace sola
porque sabe de memoria
sus lecciones y las aplica
con regularidad.
La Naturaleza es un reloj
gigante que no se detiene
jamás y con sus sorpresas
a todos nos recuerda
que la deberíamos cuidar.
Abusamos de su verdor,
sus aguas, su atmósfera,
su espacio, pureza y armonía
como si nos perteneciera.
Todo parece aguantar, hasta
que se presenta algo inesperado
en que ni la Naturaleza resiste
el dolor que le hemos causado.
Y con las fuerzas que reserva
nos da la espalda, atormentada,
para enseñar una lección de la
que muchos no aprenderán nada.
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